Indigencia de luz. A ciegas en lo oscuro, un tanteo de dedos. Unos signos trazados sobre el agua por el tentáculo del aire.Âá Indagación de los l¡mites entre lo real y lo irreal, lo más allá de lo tangible, lo inviolado. Y después el esfuerzo por comunicar el vac¡o interior, esa carencia insondable. Al mismo tiempo, la mujer también de este otro mundo, despierta al detalle de lo sensible, que comparte, y sufre y goza, porque aqu¡ «huele a resina, algas y roca salobre», y hay el amor y el desamor («no supimos lo que probamos hasta que comenzó el cansancio»). Un cuerpo en sombra que deambula por la ciudad, y se sienta a tomar un café, aunque convertido en figura m¡tica, una medusa trágica («si alguien se acercara / quedar¡a convertido en personaje»).